Desde hace unos años existe un fenómeno muy curioso en la comunidad del anime. Parece que hoy día sólo te dan el «carnet de otaku» si estás al tanto de los estrenos de cada temporada. Algo que, curiosamente, no ocurre tan a menudo entre los aficionados al manga, las novelas ligeras, o las visual novels, que suelen hablar de las obras que les gustan con independencia de si se publicaron en 1988, o en 2019.
Incluso si eres de los que, como yo, sigues a diario las novedades audiovisuales de Japón, no siempre te apetece ver los doce animes de temporada que sigues. Por eso, y por recomendación de un amigo, decidí ver Gunbuster, que llevaba mucho tiempo en mi lista de pendientes. Y no pude haber tomado una mejor decisión, porque es una serie de anime maravillosa.
Aim for the Top! Gunbuster
«El trabajo duro es más importante que el talento.»
Gunbuster (o como se la conoce en Japón, Top wo nerae! Gunbuster トップをねらえ!, «Aim for the Top! Gunbuster») es un anime de 1988 que salió a la venta originalmente en formato OVA. Fue una de las primeras obras del estudio de animación Gainax, y la primera que dirigió Hideaki Anno, que seguramente conozcas más por Kare Kano, Re: Cutie Honey, y sobre todo Evangelion.
A pesar de lo breve que resulta Gunbuster, esta serie te cuenta más con 6 capítulos que algunos animes actuales con 24. Algo que no es fruto de la nostalgia (ya que soy un gran amante de los años 80, y de su estética), sino de mi subjetiva opinión que se esfuerza por ser objetiva.
Resumiéndolo mucho, Gunbuster es una historia de ciencia ficción ambientada en un futuro muy cercano. Nos cuenta la historia de Noriko Takaya, hija del almirante espacial Yuzo Takaya, que murió luchando contra los alienígenas insectoides que amenazan a la humanidad. A lo largo de la serie vemos cómo Noriko, a pesar de su falta de talento, se esfuerza una y otra vez por convertirse en piloto de mechas, y por viajar al espacio exterior para cumplir una promesa que le hizo a su padre.
Gunbuster: algo más que mechas
Lo que resulta tan atractivo y actual de Gunbuster es que no es sólo una serie de mechas. De hecho, podríamos decir que son una mera excusa para hablar de otros temas como las relaciones familiares, la ética, y la soledad. Lo que no quita que, de vez en cuándo, este anime nos regale batallas espaciales de los más épicas.
Una característica muy interesante de Gunbuster, y que resulta difícil de describir, es que se siente diferente a los animes de mechas actuales. Tiene un aura de verosimilitud, y de credibilidad, que hace que el espectador piense que los hechos que nos cuenta, a pesar de ser ficticios, podrían ocurrir. Algo que, desde luego, contribuye al efecto dramático de la obra.
También tiene un sabor a ciencia ficción clásica que sin duda gustará a los aficionados del género. Me recuerda a algunos cuentos de Isaac Asimov, sobre todo de su primera etapa, como Homo Sol. Aunque por otro lado, la influencia de la novela Starship Troopers («Tropas del espacio») de Robert A. Heinlein resulta obvia en Gunbuster.
¡¿Quién demonios te crees que soy?!
«Habrá un mañana mientras sigamos vivos.»
Algo a destacar de este anime es que, al contrario que en Evangelion (la siguiente obra que dirigió Anno), Gunbuster nos habla del dolor y de la depresión, pero no se hunde en un nihilismo sin retorno. Al contrario: siempre nos muestra un pequeño rayo de esperanza, que se convierte en un incendio en los ojos de Noriko, decidida a enfrentarse al universo entero de ser necesario. Un optimismo, valor, y coraje que hizo eco, muchos años después, en Tengen Toppa Gurren-Lagann, la otra famosísima obra de Gainax.
Hablando de esto, no puedo terminar esta reseña de Gunbuster sin destacar su elegante fanservice, junto con la importancia histórica de este anime, y su influencia en la comunidad otaku. Podría citar muchos ejemplos, pero uno de los más curiosos se encuentra en las visual novels de mechas de la franquicia Muv-Luv, a lo largo de las cuales podemos encontrar obvios homenajes a Gunbuster.
En definitiva, que no te engañe el aspecto retro de este anime. Gunbuster es una obra capital de la historia del medio, que todo aficionado debería ver alguna vez en su vida, y que no ha perdido ni un ápice de su atractivo con el correr de los años.
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